martes, 11 de febrero de 2014

2. LA HISTORIOGRAFÍA: CÉSAR, SALUSTIO, TITO LIVIO Y TÁCITO.

2. LA HISTORIOGRAFÍA: CÉSAR, SALUSTIO, TITO LIVIO Y TÁCITO.


Los orígenes de la Historiografía romana están en las Crónicas Consulares y en los Anales de los Pontífices que recogían sucesos y acontecimientos importantes. También podemos rastrear los orígenes en documentos privados como las Laudationes fúnebres o discursos en alabanza del difunto, que solían ser pronunciados en los funerales por un miembro muy allegado de la familia. Y los Tituli imaginum o inscripciones grabadas debajo de los retratos o mascarillas del difunto, celosamente conservados y que contenían su nombre, sus hazañas, sus magistraturas, etc.

Pero pronto los romanos decidirán escribir los hechos históricos como afirmación personal y propaganda política, naciendo así la Historiografía. La lengua empleada por los historiadores fue el griego hasta el siglo III d. De C., cuando Catón escribió sus Origines en latín.

La Historiografía en la Antigüedad es un género literario en prosa que tiene como objeto los sucesos acaecidos a un determinado pueblo. La Historia es, por tanto, materia literaria: las leyendas y sucesos recibían un tratamiento que, pretendiendo reflejar la verdad histórica de los mismos, fuese a un tiempo una obra de arte. La Historiografía romana nace en el último tercio del siglo III .a.C. De hecho, la primera obra histórica completa latina, por así decirlo, se remonta a los Orígenes de Catón, donde la historia de Roma se ve reflejada a través de un prosa cortada y simple a la que daba marco el lenguaje jurídico, religioso y legal existente en el época. De hecho fue el último género literario cultivado a un digno nivel cuando ya la oratoria, la filosofía, la comedia, la tragedia..., incluso la poesía, habían alcanzado su apogeo. Así con todo, la influencia del mundo griego en el nacimiento del género en Roma es de importancia capital para entender la evolución del mismo, hasta el momento en que el espíritu romano adquiere conciencia de su idiosincrasia y se desgaja tanto en la lengua, como en la temática, estilo y pretensiones de su genial maestro.

Los historiadores romanos que vamos a estudiar son: César, Salustio, Tito Livio y Tácito. Pero antes debemos mencionar los primeros pasos de la historiografía latina.


Los Analistas: se llaman así a los historiadores que narran los hechos año por año. Catón, como hemos dicho antes, es el primer analista que adóptale latín como medio de expresión. Lo analistas anteriores escribieron en griego. Catón en sus Origines concibió la narración histórica desde el punto de vista del orden lógico de los sucesos y con la temática de Italia como eje central de la misma. Trata de las antigüedades itálicas y romanas, de los orígenes de Roma y de las principales guerras que condujeron a la plenitud de los orígenes de Roma.

César


         Cayo Julio César (100-44 a. C.) pertenece a la época Clásica de la literatura latina. Nació en el seno de la familia Iulia, considerada descendiente del héroe troyano Iulus. Inició su carrera política desde muy joven y la desarrolló desempeñando diversas magistraturas: fue elegido cónsul en el año 59 a. C; en 58 a. C. fue propretor de la Galia Cisalpina y transalpina. Participó en el primer triunvirato de la República romana, junto con Craso y Pompeyo, y acabó enfrentándose a éste en una guerra civil. Vencido Pompeyo, César se autoproclamó dictador en el año 45 a. C. y hasta su muerte fue acaparando todo el poder, haciéndose con los cargos de tribuno, sumo sacerdote y dictador vitalicio. Destacó también como orador. En el año 44 a. C. murió asesinado en el mismo día que iba a ser proclamado emperador por una conjuración republicana dirigida por Casio y Bruto, su hijo adoptivo, en los Idus de Marzo del 44 a. C. Sus reformas políticas fueron numerosas: aumentó el número de senadores, creó nuevas colonias, modificó el sistema del calendario, dando lugar al llamado calendario juliano, que con ligeras variaciones, es el que seguimos utilizando hoy en día; y promovió las obras públicas en Roma.

         César no puede ser considerado un historiador en el estricto sentido del término, puesto que su obra no se haya estructurada con la voluntad de divulgar la verdad de los hechos en que se vio involucrado, sino que pretende justificar sus actos y defenderse ante las críticas y acusaciones recibidas de sus coetáneos.

Como hemos señalado anteriormente, Cesar combinó la política con la literatura, destacando como extraordinario orador y escribiendo obras sobre distintos temas. De todas ellas nos centraremos en las dos que nos han llegado completas de género literario, y que en cierta forma enmarcan su evolución personal y pretensiones políticas de manera definitiva. Se trata de las tituladas genéricamente Commentarii Rerum Gestarum, acerca de dos de las más grandes acciones bélicas que llevó a cabo: la guerra de las Galias (58-52) (De Bello Gallico) y la guerra civil (49-48) (De Bello Civili); tipo que como hemos comentado en el apartado anterior, era propiciado por la situación política del momento: de hecho, tanto la justificación de la actuación política y militar personal, como las opiniones de los políticos de vanguardia expresadas a través de intensos debates en todos los géneros, son una nota habitual en las grandes crisis. En esta línea los Commentarii de César no se pueden juzgar con los criterios de objetividad absoluta de la moderna investigación histórica ni con los criterios artísticos de la historiografía. Y por otra parte, como todos los informes romanos de campañas militares, los de César perseguían también objetivos políticos: no se trataban sólo de un material de archivo, sino más bien de un eficaz instrumento para influir sobre la opinión pública. De Bello Gallico ("Sobre la guerra de las Galias") es una obra que consta de ocho libros, cada uno de los cuales se corresponde con un año de la campaña de conquista que él llevó personalmente a cabo entre el año 58 y el 51 a.C. De estos libros sólo el VIII no es obra de César, sino de su lugarteniente, Aulo Hircio. Respecto a los contenidos, en una primera visión superficial, podemos decir que tras una descripción geográfica de la Galia el autor va siguiendo sus conquistas y enfrentamientos con los diversos pueblos galos:
·        Campañas contra los Belgas
·        Campañas contra los Germanos
·        Expediciones a Britania
·        Levantamiento general de la Galia dirigido por Vercingetórige y
·        Triunfo final de César con la toma de Alesia

No se tiene certeza sobre si fueron escritos año tras año o todos los libros juntos una vez terminada la guerra; en cualquier caso parecer ser que fueron editados como obra unitaria en los años 51-50 al solicitar su autor de nuevo el consulado. De Bello Civili ("Sobre la guerra civil") consta de tres libros en los que se narra el enfrentamiento del propio César con Pompeyo para hacerse con el poder en Roma. Comienza con la exposición de las causas de la guerra y sigue con los sucesos principales de la misma:
·        paso del Rubicón por César.
·        huida de Pompeyo hacia Oriente
·        toma de Marsella
·        derrota en Hispania de los lugartenientes de Pompeyo
·        enfrentamiento y derrota definitiva de Pompeyo en Farsalia y, por último,
·        huida de éste a Egipto y su posterior asesinato.
Los libros de De Bello Civili debió escribirlos entre el 49-48 y el 44, pero tampoco en este caso se aducen pruebas convincentes sobre la fecha exacta de su publicación.
 En cuanto a su estilo y valor literario, éste es indiscutible y aquél posee una serie de rasgos que merecen la pena destacarse: Si hemos de hacer caso a Cicerón, sus formas de expresión era nudi et venusti, es decir "simples y elegantes"; y efectivamente, la pureza de la lengua empleada tanto en el léxico como en la construcción sintáctica así parecen confirmarlo: la selección del primero alrededor de un vocabulario básico restringido a unos 1.200 términos lo hacen de una claridad meridiana en su interpretación, así como en el uso de la sintaxis y expresiones habituales, siempre dentro de la normas lingüísticas más rigurosas. Algunos de sus rasgos más característicos es el uso del estilo indirecto en los discursos, dejando el estilo directo casi exclusivamente para expresar emociones. Llama también la atención el hecho de que siempre se refiera a sí mismo en tercera persona, con lo que el relato gana claridad y distanciamiento, provocando en los lectores una impresión de objetividad.

Evidentemente la obra de Cesar requiere una segunda lectura, que interprete y justifique la mera narración de los hechos reseñados en el apartado anterior. El hecho de que estas dos obras históricas se refieran a acciones de las que él mismo es el principal protagonista pone en evidencia su carácter político y propagandístico: trata de justificar su política militar dando una visión favorable de la misma, puesto que la legalidad de sus actuaciones era puesta en duda.
En suma, tanto un suceso como el otro responden realmente a unos cálculos cuidadosamente elaborados por César que le conducirían a la conquista del poder, estableciendo sin fisuras la base de su autoridad:
·        la guerra de las Galias, con la rápida difusión de sus éxitos le proporcionó prestigio militar;
·        con la guerra civil logró desembarazarse de Pompeyo, anulando al mismo tiempo el poder del Senado.
Parece, pues, que los Commentarii son una obra maestra de propaganda política, donde las verdades no están abiertamente falseadas, pero sí disimuladas o desvirtuadas siempre en beneficio de su autor.

Salustio

         Cayo Salustio Crispo (87-35 a. C.) fue contemporáneo de César del que fue amigo. Nació en el seno de una familia plebeya afincada en Amitermo (Sabinia). Fue amigo de César y desarrolló una rápida carrera como magistrado, llegando a ser procónsul de Numidia (provincia africana). Vivió la crisis de final de la República y en su vejez se convirtió en cronista de los hechos vividos.

         La obra de Salustio no es muy copiosa. En los casi siete años que pudo dedicar a ella compuso dos monografías y una extensa obra de historia de la época, de autenticidad indiscutida:

·        De Coniuratione Catilinae: en ella trata la Conjuración de Catilina que tuvo lugar el 63 a.C., durante el consulado de Cicerón. Realiza un relato extenso de las causas lejanas de la conjuración, así como de la ambiciones de Catilina, noble degenerado y sin escrúpulos.

·        Bellum Ingurthinum: en ésta trata la guerra de Jugurta rey de los númidas, entre los años 111 y 105 a.C., con el pueblo romano, contra cuya voluntad se había proclamado rey y el "gigantesco escándalo colonial" que desveló a raíz de ésta.


·        Historiae: era su obra más ambiciosa y madura, que abarcaba en cinco libros los doce años transcurridos desde la muerte de Sila en el 78 hasta el 67 a.C. De esta obra sólo nos quedan algunos fragmentos, cuatro discursos y dos cartas.


Salustio es el creador de la Historia como género literario. Ésta es ante todo un arte para él: una narración histórica, más que Historia propiamente dicha, en función de unos objetivos morales concretos. No era ningún investigador de temas de historia militar, lo que le fascinaba era ante todo el ser humano, los sucesos del acontecer histórico y la atmósfera de la época. Siente directa y conscientemente la influencia de Tucídides.

No es la precisión histórica lo que le interesa, sino la narración de unos hechos con sus causas y consecuencias, así como la posibilidad de esclarecer el desarrollo del proceso de la degeneración en que la República se vio inmersa. Así pues, no es sólo el individuo el objeto de su observación meticulosa; también es notable la pintura que realiza de las clases sociales y de los partidos políticos: la confrontación con un pasado idealizado, regido por la virtus, hizo que atribuyera el proceso de decadencia a la excesiva ambitio, avaritia y luxuria, que proliferaban por doquier, así como a la discordia y al irreflexivo abuso del poder por parte de las distintas factiones (partidos políticos), de quienes se convirtió en un crítico feroz. Para Salustio no es la "Tyche" la que hace imprevisible el devenir, sino el hombre genial que actúa con sentido de la responsabilidad. Considera su misión perpetuar el recuerdo de la extremas realizaciones humanas, en el bien y en el mal, para excitar admiración o aborrecimiento y ofrecer criterios para la conducta futura. En suma, podríamos decir que los dos aspectos fundamentales de la concepción histórica de Salustio, se resumen en estas dos notas, que matizaremos jalonadas de comentarios concretos sobre las dos monografías:

·        Concepción moralizante de la historia: En los prefacios de sus monografías reflexiona sobre la brevedad de la vida, la superioridad del espíritu sobre el cuerpo y, por lo tanto, la supremacía de las acciones de aquél sobre las de éste, la corrupción de las costumbres y el desprecio de los bienes materiales.

·        Sentido dramático de la Historia: Esta característica domina en profundidad toda su obra, lo que lleva a la elección de personajes y situaciones conflictivas.

Su arte de narrador histórico le ha conquistado la admiración general tanto en la Antigüedad como, incluso, actualmente, a través de aspectos muy concretos como:

·        la estructura armónica de las monografías,
·        el interés oportunamente despertado y mantenido hasta el final,
·        las caracterizaciones convincentes a pesar de la simplicidad psicológica y
·        el lenguaje impregnado de rudeza arcaica.

Salustio fue un brillante estilista: su estilo es producto de un deliberado esfuerzo por reaccionar contra la moda imperante impuesta por Cicerón. La brevitas es el ideal (paucis absolvam, Cat. 4,3), lo cual entraña el peligro de la obscuritas... Destaca en su prosa la sobriedad, suprimiendo toda palabra innecesaria, así como el uso de la asimetría o variatio, uso del infinitivo y del presente históricos, empleo abundante de frases participiales al estilo griego, así como el matiz causal para el ablativo absoluto.
Pero lo que más caracteriza a Salustio, lo que más le preocupaba fundamentalmente a la hora de escribir, y ello se reflejó en el lenguaje, es su interés por manifestar las causas últimas.
      

Tito Livio


         Tito Livio (59 a. C.-17 d. C.) pertenece a la época clásica como los anteriores. Nació y murió en la ciudad de Padua. Era de familia acomodada y burguesa, amante de las tradiciones y de la paz. Marchó a Roma hacia el año 30 a. C., pero no para emprender una carrera política, como Salustio, sino para dedicarse por entero a escribir la inmensa historia de Roma que había concebido. Rehuyó los cargos políticos en aras de la irrefrenable y única vocación de escritor, a la que entregó cincuenta años de su vida. Ya anciano, regresó para morir en su patria chica.
        
Escribió una obra muy extensa, compuesta por 142 libros: Libri ab urbe condita (Libros desde la fundación de la ciudad), estaban agrupados en décadas o grupos de diez. De la totalidad de su obra, sólo se conservan 35 libros: la primera década, en la que se explica la historia de Roma desde sus orígenes hasta la primera guerra con los samnitas (año 239 a. C.); la tercera década, en la que relata la segunda guerra púnica; y la cuarta década y parte de la quinta, donde se recrean los sucesos posteriores a la segunda guerra púnica (hasta el año 167 a. C.).

         Con sus obras Tito Livio pretende glorificar el pasado de Roma, exaltar el sentimiento patriótico de los romanos y colaborar en la renovación nacional que desea llevar a cabo Augusto. Para Tito Livio la historia es un repertorio de ejemplos, unos buenos, que hemos de imitar, y otros malos, que debemos desechar. Por ello sus obras son una lección moral.
          
Fuera de toda duda está la altísima categoría de Tito Livio como escritor. Se sitúa en una época de transición: la prosa había alcanzado su apogeo en la generación anterior con César y Cicerón y comenzaba ahora a decaer, mientras que la poesía alcanzaba su máximo esplendor. La poesía domina de tal forma este período que incluso va a impregnar a la prosa de sus características: Tito Livio escribe una prosa imbuida de connotaciones poéticas. La herencia de Cicerón se deja sentir en los períodos largos, amplios y cadenciosos, en una prosa elocuente, clara, ordenada y completa y, por último, en el abuso de los discursos.
En realidad Livio asimiló y moldeó desde la época augústea un concepto global de la historia de Roma que respondía perfectamente a las expectativas de su tiempo; se comprende que su éxito fuera inmediato: varias generaciones de ciudadanos aprendieron por medio de la tradición transmitida por Livio a conocer a su patria. Creó al romano-tipo representativo de las gentes de Roma y con él una imagen digna y respetable ante los pueblos conquistados.

Tácito


         Publio Cornelio Tácito (55-120 d. C.) pertenece a la época postclásica. Su carrera de funcionario imperial le permitió ser testigo de excepción del fin de la dinastía Claudia, del período de transición y de la llegada al poder de la dinastía de los Antoninos. Tras la carrera política, se retiró a escribir sobre los acontecimientos vividos.

El género histórico, que tuvo ilustres representantes en la época de la República (César, Salustio, Tito Livio), conoce un renacimiento en los últimos años del siglo I y en los primeros de II d. C. con la figura de Publio Cornelio Tácito (55-120 d. C.), el gran historiador del Imperio bajo los Flavios. Tenemos muy poca información biográfica, pese a ser uno de los más grandes escritores latinos e, incluso, las fechas de nacimiento y muerte son aproximadas. Procedía sin duda de familia distinguida, posiblemente de la Galia Narbonense, y estudió Retórica y Filosofía con buenos maestros. Estuvo vinculado por matrimonio con la clase dirigente, ya que su esposa era hija de Julio Agrícola, alto dignatario imperial, conquistador y gobernador de Britania. En Tácito tomó la palabra una vez más un miembro de la clase senatorial dirigente buen conocedor de la Retórica, un hombre que había recorrido con éxito el cursus honorum, coronándolo con el desempeño de los cargos de pretor (año 88) y de cónsul (año 97). Su experiencia del tiránico reinado de Domiciano (81-96) le indujo a escribir sobre la difícil y penosa supervivencia en la vida pública bajo el mandato de semejante emperador en la introducción de una de sus primeras obras (Vida de Agrícola) y esta visión fatalista y amarga marcaría de manera determinante el resto de su obra. A pesar de ello se hizo famoso en vida y gozó de la amistad de insignes colegas como Plinio el Joven. De modo parecido a su predecesor y modelo Salustio, también organizó su vida y su obra en dos fases principales. Hasta los 40 años su vida fue la normal de un orador y abogado, pero después siguió el período de actividad pública, el período de trabajo literario; en su obra, a las tres monografías preparatorias siguieron los dos grandes relatos históricos.

1º) De vita Iulii Agricolae (Agrícola): publicada en el 98, se trata de una biografía apolegética de su suegro, en la que no sólo relata una descripción de la ocupación romana de Britania (de la que poseía información privilegiada), sino que también pasó revista a las condiciones necesarias para la libertad individual y el trabajo historiográfico, así como al problema de la conducta a seguir por la clase dirigente bajo un gobierno tiránico.

2º) Germania: ensayo sobre la vida y costumbres de los germanos. En esta obra considera a los germanos un pueblo primitivo que, sin embargo, conserva una serie de valores morales, perdidos por Roma. La integridad moral de este pueblo, explica según Tácito, su fortaleza y resistencia. Roma debe aprender de ellos para recuperar esa moralidad perdida. La obra ha despertado siempre el interés de los etnógrafos y arqueólogos por la buena documentación de que se sirve Tácito.

3º) Historiae (Historias): es una de las dos grandes obras de Tácito. Constaba de catorce libros y abarcaba desde la muerte de Nerón hasta la de Domiciano. Conservamos los cuatro primeros libros y fragmentos del quinto, que contiene los sucesos del año 69, el de los tres emperadores: Galba, Otón y Vitelio, con el triunfo final de Vespasiano y los comienzos de su reinado; Falta dicho reinado por completo y los de Tito y Domiciano.

4º) Annales (Anales): escrita después de Historias, se refiere al periodo anterior al que contienen éstas, es decir, a los reinados de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Constaba de dieciséis libros, de los que conservamos los libros I-IV (Tiberio, con una laguna para los años 29-31) y XI-XVI, el último incompleto, con los reinados de Claudio (sin su comienzo) y Nerón (sin su final).

5º) Dialogus de oratoribus (Diálogo de los oradores): ensayo de crítica literaria en el que hace un relato de la época de Augusto.

         Uno de los rasgos más importante de la obra  de Tácito es su carga ideológica. Lo caracterizan su pesimismo radical y su desconfianza e interpretaciones poco benévolas de las actitudes humanas: las clases dirigentes corren a someterse, tras la muerte de Augusto, a su nuevo amo; la plebe, a quien trae sin cuidado las preocupaciones políticas (plebs sordida et circo ac theatris sueta); los eslavos y libertos nunca dejan de tener un espíritu servil; desconfía de los extranjeros orientales (judíos y cristianos), pero admira a los Germanos por su integridad de costumbres...
         No cree en el providencialismo. Es epicúreo en cuanto a la intervención de la divinidad en la historia.
         Su estilo se caracteriza por una excesiva concisión (brevitas) que exige, por parte del lector, que tenga que hacer un esfuerzo continuo por comprender a Tácito. Este uso y abuso de la brevitas se refleja en distintos procedimientos lingüísticos como: las elipsis continuas, el uso de los verbos simples por compuestos, la frase corta y escueta...
A esta brevitas  se une una variatio constante con la que intenta llamar la atención del lector continuamente. Es un estilo desequilibrado en las formas y expresión, muy lejos de la simetría más clásica. Las construcciones inesperadas dan a la brevitas más atractivo.
         Desde el punto de vista literario convierte a la personalidad individual en la protagonista de la historia al analizar continuamente las motivaciones psicológicas y las actitudes y conductas humanas. Este psicologismo lo ha entendido muy bien el lector moderno. Así, analiza continuamente las intenciones y ocultas inclinaciones de los protagonistas de la Historia. Es famoso por sus retratos literarios que hallamos esparcidos a largo de todas sus obras históricas, que sirven de prólogo a la peripecia histórica de sus personajes. En esos retratos las cualidades físicas, intelectuales y morales explican las futuras conductas.
         Tiene una visión trágica de la Historia. La concibe como una sucesión de episodios trágicos. Por otro lado cuando narra un determinado acontecimiento, a veces, anticipa el final de la obra ligándolo a él, como su causa.
         Toma de Salustio la maestría a la hora de retratar a los personajes, la presentación psicologista y moralista de la Historia.

         En la Edad Media permaneció silenciado. En el Renacimiento se recupera su obra y aparece Tácito en la primera línea de la actualidad intelectual europea. En la segunda mitad del siglo XVIII los precursores de la Revolución francesa ven en él un crítico de la tiranía y un símbolo de las más radicales libertades republicanas. Montesquieu y Rousseau lo leían con entusiasmo, mientras que Napoleón no ocultaba su antipatía hacia él.

         Se puede considerar un autor moderno y una fuente privilegiada para comprender la era imperial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario