miércoles, 12 de febrero de 2014

6. LA ORATORIA Y LA RETÓRICA: CICERÓN Y QUINTILIANO

 6. LA ORATORIA Y LA RETÓRICA: CICERÓN Y QUINTILIANO


         Se definía la oratoria como el arte de la persuasión por medio de la palabra y la retórica es la enseñanza de la oratoria. En el sistema político republicano, donde había libertad suficiente de palabra y el sistema judicial tenía cierta dependencia, este género literario constituyó una de las manifestaciones más originales y fecundas del genio romano. Tenía una doble aplicación:

-         El dominio de los resortes de la oratoria era el medio más eficaz para imponer la propia voluntad sobre la masa que no sabía leer ni escribir. El buen orador tenía una poderosa arma política, que a través de ella podía obtener votos e inclinar a su favor la voluntad del Senado.
-         La oratoria era imprescindible en las causas judiciales.

Cuando en la época imperial dejó de existir la libertad política y la independencia judicial, la oratoria se convirtió en una actividad  que sólo se ejercitaba en las escuelas.
         La oratoria llegó a ser uno de los géneros más evolucionados sobre todo a partir del influjo de  Grecia (s.II a. C.). Las técnicas de la oratoria se enseñaban en las escuelas por los rétores. Las principales escuelas estaban en Grecia (Atenas y Rodas) a donde acudían los jóvenes adinerados de la sociedad romana. Desde el punto de vista literario existían tres escuelas o tendencias:

-Escuela aticista: defendía la sobriedad y concisión en el discurso a la manera de Lisias. La lengua la consideraban como un sistema acabado e inmutable.
-Escuela asianista: era partidaria de la abundancia, amplitud, fogosidad y estilo florido. Hortensio era el principal representante en Roma. Para ellos la lengua es un sistema abierto, vivo, que inorpora nuevos elementos.
-Escuela rodia: manteniendo la amplitud, abundancia y brillantez de discurso, esta escuela busca el equilibrio y el gusto. El principal representante en Grecia es Molón de Rodas y en Roma, su discípulo Cicerón.





         Marco Tulio Cicerón

         Nació en Arpino (Lacio) en el 106 a.C., de una familia de caballeros. Recibió la educación más completa en Roma y Grecia. Como todo homo novas pronunció sus primeros discursos judiciales después de la triunfo de político de Sila, en el año 80, defendiendo a Roscio Amerino, víctima de una maquinación, consiguendo su sentencia absolutoria.
         Tras la muerte de Sila, regresa a Roma y comienza su cursus honorum (carrera política): cuestor en Sicilia en el 76, edil en el 69, pretor en el 67 y cónsul en el 63. Durante su consulado tuvo que reprimir la conjuración de Catalina que amenazó la seguridad del Estado. Pronuncia cuatro discursos en el senado que desenmascaran la trama y aislan a Catalina. Sin embargo el cónsul Cicerón, defensor de legalidad, manda ejecutar a unos condenados de foma ileal, no concediéndoles el derecho de apelación contra la sentencia. En el año 58 su enemigo político Clodio, tribuno de la plebe, hace aprobar una ley por la que se condena al destierro a aquel que haya ajusticiado a un ciudadano sin un juicio popular. La ley va directamente a Cicerón que se exilia y sus bienes son confiscados. En el año 52 vuelve  a Roma ayudado por Milón, al que defiende por la muerte de Clodio. En el 51 fue nombrado procónsul en Cilicia. Se agudiza la rivalidad entre César y Pompeyo. Cicerón toma parte de Pompeyo que representa la aristocracia y el Senado. Derrotado Pompeyo, Cicerón se retira de la vida política, después de haber sido perdonado por César. En su retiro se dedica a las letras y a la filosofía. Después del asesinato de César en el 44, vuelve a la política y toma partido por Octavio, pronunciando contra Marco Antonio 14 discursos, la Filípicas. Con ello Cicerón firmó su sentencia de muerte, pues fue asesinado por los sicarios de marco Antonio en el 43.
         Cicerón es la personificación viva de la República romana en su última andadura histórica; como la República, sufrió los avatares de este agitado período; como la República, murió eliminado por un general. A la muerte de este orador murió la oratoria.

         Discursos:
         Cicerón es el principal representante de la Oratoria en Roma. Lleva la prosa clásica latina a la máxima perfección. Por encima de su vocación política y profesional y de su apasionamiento por la filosofía, hay en su extensa obra una total entrega al arte del bien hablar.
Resulta difícil diferenciar entre discursos políticos y forenses en la oratoria ciceroniana ya que en Roma quien quería seguir la carrera política debía primero ganarse un renombre en el foro y, por otra parte, muchas causas civiles tenían un trasfondo político.
         Cicerón trata de codificar las partes de un discurso de la manera siguiente:
         -exordium : entrada en el discurso en la que se trata de captar la atención del auditorio con la exposición de motivos.
         -narratio: exposición clara y breve de los hechos.
         -confirmatio: argumentación
         -refutatio: en la que se rechazan os argumentos del adversario
         -peroratio: parte final del discurso de tono emotivo donde el orador trata de inclinar a su favor la voluntad del auditorio y de los jueces.
         Para Cicerón el orador debe poseer conocimientos y recursos técnicos. Describe las fases de elaboración de un discurso:
         -inventio: recogida de materiales, hechos a favor o en contra.
         -dispositio: estructura del discurso de acuerdo don un plan.
         -memoria: recuerdo de los elementos en el momento preciso.
         -elocutio: exposición del argumento.
         -actio: forma extensa, acción, entonación, gesticulación, etc.

         La actividad de Cicerón como orador político y jurídico se desarrolla a lo largo de su vida política, es decir, en unagitado y convulsivo periodo de la historia romana.
Como abogado defensor destacan discursos como el Pro Quinctio, Pro Roscio Amerino, Pro Archia poeta, Pro Silla, Pro Murena, Pro Milone, como acusador destacan los discursos contra Verres. Como político sus arengas contra Catalina, las Catilinarias, contra Marco Antonio las Filípicas y el Pro imperio Cneo Pompei

         Tratados de retórica

         Cicerón representa la culminación de la oratoria romana. También compuso diversos tratados de retórica en los que expone sus ideas sobre la formación del orador y el desarrollo del discurso. Los más importantes, compuestos en la última etapa de su vida son los siguientes:
         De oratore: escrito en el año 55 a. C., en forma de diálogo, la acción se sitúa en el año 91 a. C., siendo los principales interlocutores Antonio y Craso, maestros de Cicerón. En él se exponen las cualidades fundamentales del orador.
         Brutus: es intratado escrito con motivo de la muerte de Hortensio (50 a. C.) en forma de diálogo entre M. Junio Bruto, Hortensio y Cicerón. En él traza la historia de la oratoria romana hasta él mismo. Es importante la polémica mantenida por Cicerón contra los aticistas, que propugnan un estilo sobrio, y se oponían a los asianistas, que buscaban la exuberancia del lenguaje. Cicerón en su juventud había sido partidario de la corriente de Hortensio, pero, con el correr de los años, había propugnado un ideal de estilo más sobrio sin excluir los adornos y cierta exuberancia del lenguaje.
         Orator: fue escrita a petición de Brutus, a quien estaba dedicada. Ataca el aticismo de Bruto propugnando un equilibrio entre los distintos estilos oratorios. Describe al perfecto orador y estudia las figuras de dicción y de pensamiento, la armonía de la frase y el ritmo.

         Escritos privados

         Las Cartas (Epistulae) son otros escritos de Cicerón que aportan detalles de su entorno familiar, de sus amistades y de sus preocupaciones. Sus casi mil cartas muestran su lado humano con los defectos y debilidades que se escondían tras el hombre de Estado y filósofo. La espontaneidad y franqueza son sus características más destacadas. Se dividen en cuatro grupos: Cartas Familiares, Cartas a su amigo Ático, Cartas a Bruto y Cartas a su hermano Quinto.

         Valoración

         Durante la Edad Media y el Renacimiento Cicerón fue considerado sin discusión el mejor de los escritores latinos. Posteriormente su figura fue discutida sobre todo por motivos extraliterarios de tipo poítico.
         Como orador aprovecha todos los recursos para conseguir sus propósitos: agradar, conmover y convencer. Sabe ser patético, irónico rayando en el sarcasmo e ingenioso.
         Como político es muy difícil juzgar la actuación de Cicerón en lo político. Perteneció al partido demócrata republicano en un momento histórico y político muy difícil para Roma.

         Marco Fabio Quintiliano

         Ante a situación a que  había llegado la oratoria bajo la dinastía Claudia, alza la figura de orador y retórico M. Fabio Quintiliano, natural de Calagurris. En una obra perdida achacaba la degeneración del género oratorio no a la nueva situación política (con el recorte de la libertades) sino al olvido de los clásicos, especialmente de Cicerón. Se educó en Roma y volvió e Hispania donde permaneció hasta que el emperador Galba lo llamó a la capital. Ejerció la enseñanza y la abogacía, contándose entre sus alumnos Plinio el Joven y el futuro emperador Trajano. Fue protegido de los emperadores Flavios: Vespasiano, al crear la escuela pública de Retórica, lo puso al frente de la cátedra de oratoria latina. Domiciano lo elevó a la dignidad consular y le encargó la educación de sus herederos.
         En los últimos años de su vida recogió sus experiencias de cátedra y de ejercicio de la profesión en los 12 libros De Institutione Oratoria en los que se aborda el problema de la formación del orador. La figura y la obra de Quintiliano deben de contemplarse dentro del marco del renacimiento Flavio. De Institutione Oratoria es una obra importante, no sólo para la retórica, sino para la educación en general. Quintiliano con sus doce libros de su Institutio Oratoria nos ha dejado el tratado de retórica más completo de la Antigüedad. No sólo se preocupa de la técnica oratoria, sino de la formación del orador, proponiendo todo un programa completo de formación. Como Catón, no separa la elocuencia de la moral. Un buen orador tiene que ser un hombre honesto. La corrupción de las costumbres es una de las causas de la decadencia de la oratoria. Su teoría y sus métodos tienen como modelo supremo a Cicerón. Insiste en la idea de la “graduación” de los ejercicios escolares y exige que los temas propuestos estén inspirados en la “realidad”, frente a la común tendencia a debatir temas extraños, mitológicos y absolutamente irreales.
Quintilano es el precursor de las más modernas teorías pedagógicas:
-Abolición de los castigos corporales (tan en boga en las escuelas romanas).
-Cooperación de padres y maestros en la educación del niño.
-Grupos reducidos de alumnos para que el profesor pueda atenderlo indidualmente.
-La educación del niño debe empezar antes de los 7 años.

La oratoria después del advenimiento de los Antoninos

         A partir de los Antoninos (96) la oratoria queda prácticamente reducida al tribunal de los centunviros en lo forense y a los panegíricos imperiales e lo político.

         Los tribunales de los centunviros estaban constituidos por 180 jueces. Entendían en causas sobre propiedad, herencia, parentesco y tutela.
         Los panegíricos son discursos encomiando al emperador. Entre ellos destaca el más antiguo, el Panegírico a Trajano, que pronunció Plinio el Joven ante el Senado el año 100 d. C. en agradecimiento por  haberle concedido la dignidad consular.

Pervivencia

Oratoria y Retórica influyeron sobre la teoría pedagógica que sustenta el humanismo y el Renacimiento sobre todo cuando Tetrarca descubrió La obra de Quintiliano ya que su ideología también era convertir al hombre en un ser cultivado.
El dramaturgo ingles Shakespeare tuvo ante él todas las obras latinas y su composición es en gran medida heredera de la oratoria ciceroniana con largos parlamentos, monólogos y con un estilo retórico muy marcado y cuidado
En cierta forma la esencia didáctica de la oratoria y la retórica se observa también el siglo XVII en la ilustración y en ese afán por convertir al hombre en un ser con seguridad y autonomía que a través de la elocuencia proporcionada por la razón haría al hombre el dueño del universo.
En la actualidad podemos observar la gran importancia de los discursos en el campo político, las campañas electorales en gran medida se basan en persuasiones por parte de los candidatos a sus simpatizantes.

También en los juicios la culpabilidad o inocencia de una persona puede venir determinada por el discurso que haga el abogado defensor y como este con su demagogia capte la atención del jurado.

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