BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE ROMA
Según la leyenda, el príncipe troyano
Eneas, tras escapar de la destrucción de su ciudad y después de andar errando
largo tiempo por el Mediterráneo, acaba por desembarcar en la costa del Lacio,
donde reina el rey Latino, con el que forma alianza.
Ascanio, hijo
de Eneas, venido de Troya en su compañía, funda la ciudad de Alba, donde reina
después de él una serie de reyes, descendientes suyos.
El último, Procas, deja dos hijos,
Numítor y Amulio. Numítor, el mayor y heredero legítimo, es derribado por
Amulio, que relega a la hija de aquél, Rea Silvia, entre las Vestales. A pesar
de esta precaución, Rea Silvia, fecundada por Marte, tiene dos gemelos, Rómulo
y Remo. Amulio manda abandonarlos en las aguas del Tíber. Amamantados por una
loba, los gemelos sobreviven y, cuando son mayores, matan a Amulio y devuelven
el poder a Numítor, que les concede, para establecer allí una ciudad, el lugar
mismo en que habían sido recogidos del río, la colina del Palatino.
Así, según esta leyenda, los romanos
conectaban su origen con el más prestigioso mito griego, la guerra de Troya,
por lo que, en ocasiones, los poetas llaman a Roma la Nueva Troya.
Tras matar a su hermano, Rómulo se
ocupa en edificar la ciudad. La leyenda dice que la fundación tuvo lugar el 21
de abril del 753 a. C.
La fundación de Roma, en la forma que
le concede la tradición, representa una verdad simplificada y esquematizada; a
la luz de la historia, tal fundación se revela más compleja. Se efectúa en tres
etapas: las primeras aldeas romanas, la liga septimontial y la Roma etrusca
unificada.
Desde el siglo X a.C., el suelo romano
vio constituirse una serie de aldeas, colonias latinas que pretenden hacer
frente a la expansión etrusca.
Desde fines del siglo VIII se opera una
transformación capital
en la vida de las aldeas romanas: el paso del aislamiento a
la vida federativa. Siete de las aldeas situadas en el suelo romano se agrupan
en la federación del Septimontium, que se mantendrá hasta la conquista etrusca,
a mediados del siglo VII a.C. Esta federación crea una organización
centralizada: un rey elegido vitaliciamente, una Asamblea, un Senado y un
ejército.
A mediados del siglo VII a.C. los
etruscos llegan al Lacio. La conquista etrusca representa para el Lacio una
inmensa y súbita aportación de civilización: el paso de la vida de tribu a la
vida urbana, la sustitución gradual de la vida pastoral por la agricutura, la
construcción en piedra, etc.
De las humildes aldeas diseminadas
sobre las colinas romanas, los reyes etruscos hicieron una ciudad en el sentido
material de la palabra y crearon un Estado centralizado. Los latinos daban
tradicionalmente a su río el nombre de Rumón; la ciudad creada por los etruscos
será la ciudad del río, Roma.
La dominación etrusca en Roma duró un
siglo y medio, hundiéndose en lo que tradicionalmente se ha denominado revolución
del 509, que supuso la expulsión de los reyes etruscos y el comienzo de la
época republicana. La constitución de la República Romana se basaba en el
equilibrio de tres órganos que se controlaban mutuamente: Magistrados, Comicios
y Senado. La unión entre ellos se plasma en la expresión SENATUS POPULUSQUE
ROMANUS (SPQR).
Tras continuas luchas con los pueblos
vecinos, en el año 264 toda la Italia peninsular reconoce la hegemonía romana.
Una vez conseguida la unificación de la península italiana, Roma se lanza a la
conquista del Mediterráneo, guerreando contra los cartagineses en el
Mediterráneo occidental (Guerras Púnicas) y contra los macedonios en el
Mediterráneo oriental. Con la victoria sobre estos dos enemigos Roma se
convirtió en dueña del Mediterráneo.
A la muerte de Julio César (100-44 a.
C.), se abrió una nueva etapa de lucha por el poder, que acabó en el 31 a. C.
con la victoria de Octavio Augusto en la batalla de Accio. Con Octavio Augusto
se inicia en Roma la época imperial. La palabra imperium designaba el mando
supremo, el poder de los más altos cargos públicos, que Octavio fue acumulando
poco a poco: el emperador será el jefe supremo civil, militar y religioso.
En el año 476 d. C. desapareció el Imperio Romano de
Occidente, cuando Odoacro, un jefe militar de origen germano, depuso al último
emperador, un muchacho de trece años llamado Rómulo Augústulo. Por su lado, el
Imperio Romano de Oriente perduró hasta 1453, fecha en que su capital,
Constantinopla, fue tomada por los turcos.
El estudio de la literatura romana lo
vamos a hacer no de forma sistemática, sino por géneros:
Ø El teatro: Plauto, Terencio y Séneca.
Ø La historiografía: César, Salustio,
Tito Livo y Tácito.
Ø La poesía épica: Virgilio y Lucano.
Ø La poesía lírica: Catulo, Horacio y
Ovidio.
Ø La sátira, el epigrama y la fábula:
Juvenal y Marcial.
Ø La oratoria y la retórica: Cicerón y
Quintiliano.
Ø La novela: Petronio y Apuleyo.
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