5. LA SÁTIRA, EL EPIGRAMA Y LA FÁBULA: JUVENAL , MARCIAL Y FEDRO.
SÁTIRA
ORÍGENES
La
palabra sátira, designaba una especie de composiciones dramáticas que
combinaban el canto, la música, la danza mímica y que tuvo cierto desarrollo en
la comedia latina. Se considera a Lucilio creador de la sátira. Lucilio fue
un aristócrata romano que perteneció al
círculo literario-filosófico de los Escipiones. Adoptó como única estructura
métrica el hexámetro dactílico. De toda su obra, unos 30 libros, sólo se
conservan fragmentos. En su poesía Lucilio combatía todo tipo defectos humanos,
políticos y sociales del momento. Su tono es tremendamente estoico y no escapan
a sus ataques todos los órdenes sociales.
Ya en época clásica Horacio escribió dos
libros de sátiras que se conservan completos. La influencia de Lucilio se deja
sentir en Horacio. Horacio se concentra en sus aspectos autobiográficos y en
custions de crítica literaria y moral. Ante la crítica no es despiadado,su
mirada es burlona pero desprovista de cólera y desprecio. La doctrina epicúrea
aparece en sus obras.
Persio
vivió bajo el imperio de Nerón y compuso solamente seis sátiras en las que
presenta reflexiones de carácter moral de una forma familiar. El pensamiento
estoico está presente en sus obras. Estilo brillante, pero difícil.
Juvenal
Decimo
Iunio Juvenal (60-140 d. C.) pertenece a la etapa postclásica de la literatura
latina y es uno de los mejores exponentes de la sátira. Nació en Aquino. Fue
maestro de retórica y abogado, ocupó algunos cargos de modesta importancia y
empezó a escribir sátiras ya en edad madura.
Lo
más destacado de su estilo es su poderoso realismo llevado hasta la crueldad.
Sus primeras obras tienen como finalidad atacar los vicios de la época; están
orientadas a la predicación moral. Reflejan un exaltado patriotismo que añora
la Roma de antaño, virtuosa y fuerte.
Es
a partir de los cuarenta años cuando Juvenal se dedicó a componer sus sátiras,
dieciséis en total, repartidas en cinco libros. Merecen destacarse la I en la que critica la mediocridad de los
literatos. En la II critica duramente diversos vicios y la práctica de la
homosexualidad. En la III hace una pintoresca descripción de Roma como ciudad
llena de ruidos. La VI, con claros tintes misóginos, pinta y arremete contra
toda tipología de mujeres. La VII describe la triste situación económica de los
hombre de letras. La VIII hace una dura crítica a la aristocracia. La IX se
centra fundamentalmente en la homosexualidad, encarnada en un tal Névolo. La XI
es una crítica del lujo y despilfarro. La XIV hace una dura crítica de los
malos ejemplos que los padres dan a sus hijos y cómo después ellos los imitan.
La XV es una ataque contra el fanatismo de los cultos orientales y contra la
ferocidad humana capaz de practicas tales como el canibalismo.
A
pesar de la virulencia de algunas de sus sátiras, juvenal evita con astucia la
posibilidad de ser acusado de difamación y confunde las pistas que permiten
identificar a a sus personajes. Es un auténtico maestro en el arte de la
alusión. Su talento reside en el arte e evocar mediante algunos versos
lapidarios los multiples aspectos de la vida cotidiana romana.
A
Juvenal no le llegó el éxito prácticamente hasta el siglo IV dC que es cuando
empieza a ser estudiado y leído con verdadero interés. A partir de entonces comienza a ser estudiado
con verdadero interés en las escuelas. En la Edad Media es muy estudiado, imitado
y admirado, esto se debió al fervor moral de su censura. Los padres de la
Iglesia lo tuvieron en gran estima.
Con el Renacimiento
llega la comprensión de que la sátira no era sólo censura moral y los sátiros
dejaron de ser meras fuentes de máximas y sentencias para pasar a convertirse
en objeto de imitación poética. Juvenal se convierte a partir de este momento
en objeto de imitación de los poetas satíricos europeos del siglo XVI.
En España hemos de
citar a Quevedo, que toma pasajes de la obra de Juvenal como punto de partida
para muchos de sus sonetos. Es evidente el conociento del satírico latino pues
se hace eco de prácticamente todas sus sátiras. Lo cual no excluye que a veces
tome los mismos temas que Juvenal pero con gran originalidad y al margen de
toda imitación.
El epigrama
El epigrama tuvo su
origen en Grecia, de donde pasó a Roma. Presenta tres etapas en su desarrollo:
a.
En
sus comienzos fue una breve inscripción (epigrama=inscripción) que, grabada
sobre la piedra del sepulcro, proclamaba las hazañas o el recuerdo de alguna
persona.
b.
Luego,
tanto en Grecia como en Roma, se usa el término epigrama para designar una
composición poética corta, conceptuosa y de tema amoroso. Esta etapa está
representada por Catulo.
c.
En
una última etapa el epigrama sustituye su contenido amoroso por la crítica
social, con lo que viene a converger con la sátira. El epigrama satírico, cuyo
representante más excelso es Marcial.
Marcial
Marco Valerio Marcial (nacido entre los años 38 a
41 y muerto en el 103 d.C.) es otro de los ilustres hispanos que contribuyeron
a la gloria de la literatura latina. Es el creador del epigrama tal y como lo
concebimos en la actualidad. Nació en Bilbilis, en la Tarraconensis, pero
terminó sus estudios es Roma. Fue amigo de Quintiliano y de Plinio el Joven.
Vivió treinta años en Roma, pero volvió
para asentarse en una finca donada por una admiradora. Pero siempre añoró la
vida de Roma.
Se le atribuyen unos
1500 epigramas, en quince libros. Desprecia la temática mitológica y siente especial inclinación por describir
el hombre y la mujer romanos con sus virtudes y defectos. Por esto su obra es
una especie de retrato de las clases sociales, de las pasiones del pueblo, de
los vicios y las costumbres de sus habitantes. El epigrama pasó con Marcial de
ser poesía breve a convertirse en poesía audaz.
La primera
publicación literaria de Marcial fue el Liber
spectaculorum (Libro de los espectáculos) en el que se describe con gran
realismo los espectáculos ofrecidos por emperador Tito con motivo de la
inauguración del Anfiteatro Flavio o Coliseo en el año 80. Pero su obra
inmortal son sus 14 libros de epigramas.
En
los epigramas de Marcial se contienen, minuciosamente captada, toda la vida de
Roma del último cuarto de siglo: los espectáculos (gladiadores, actores, etc.),
el abanico entero de las clases sociales y sus modos de vida, la topografía
urbana (calles, plazas, foros, etc.), las costumbres de aquella sociedad .
Marcial gozó de un
éxito inmediato y ejerció una gran influencia en los autores de epigramas
posteriores a él en la literatura antigua.
Durante la Edad Media
no sólo sirvió como fuente de sentencias para ilustrar una tesis moralizante
sino que se aprecia la forma de su poesía. Sabemos que en la escuela no se leía
su obra completa sino una selección que excluía los epigramas eróticos u
obscenos.
Fue en el
Renacimiento cuando su lectura se impuso de forma contundente gozando de gran
popularidad. Destaca la influencia en nuestra literatura española. En el siglo
XVI Garcilaso de la Vega, en el siglo XVII Quevedo, Góngora y Gracián.
En el siglo XIX
Martínez de la Rosa y en el XX en el nicaragüense Ernesto Cardenal y el
panameño Gil Blas Teijeira.
LA FÁBULA.
FEDRO
1. EL
GÉNERO LITERARIO DE LA FÁBULA.
La fábula suele
definirse como una composición literaria, generalmente en verso, en la que por
medio de una ficción alegórica y de personificaciones de seres irracionales,
inanimados o abstractos, se da una enseñanza útil o moral. Su origen remoto es
probablemente oriental. La paternidad de la fábula como género literario se
atribuye a Esopo, griego del siglo VI a. de C., personaje semimítico cuya vida
está llena de leyendas de dudosa autenticidad: por él, la fábula de animales se
denomina «fábula esópica».
En Roma, el término
fábula tiene, por un lado un sentido amplio, designando cualquier relato con
peripecias variadas; por otro lado, se usa con el sentido restringido con las
características que antes hemos citado.
2.
FEDRO.
Nació hacia el año 15
a. de C. en Macedonia. Llegó a Roma como esclavo de Augusto, que después le
concedió la libertad. Murió hacia el año 50 d. de C.
Escribió cinco libros
de Fábulas. Como el propio Fedro nos
dice en los prólogos y epílogos a sus libros, sus temas están tomados de Esopo,
aunque también compone fábulas originales, inspiradas en la vida y en las
costumbres de su época. Se fijó en aspectos sociales y políticos como el mal
gobierno de Tiberio, el desmesurado poder del senado, la opresión sufrida por
determinados estamentos sociales… Las dos características esenciales de la
fábula de Fedro son la diversión y la enseñanza moral. Las fábulas de Fedro
encierran una dura sátira contra los poderosos que abusan de su poder, contra
los soberbios, los mentirosos, los malvados.
Una fábula consta de
dos partes esenciales: el ejemplo (donde se desarrolla el tema) y la moraleja
(enseñanza que se desprende). Algunas fábulas de Fedro se han hecho famosas y
han sido traducidas y adaptadas en toda la literatura europea: el lobo y el
cordero, la zorra y las uvas, la rana pidiendo rey…
El verso de las
fábulas de Fedro es el senario yámbico, verso popular y humilde. Su lenguaje es
claro y sencillo, pero elegante. Sus metáforas son simples, pero pintorescas y
sugestivas.
Fedro fue
totalmente ignorado por los escritores del siglo I d C. En la Edad Media sirvió
de base para una especie de antología de fábulas llamada Aesopus Latinus. Tras
el descubrimiento de los manuscritos de su obra gozó de gran popularidad en la
Edad Moderna. Así, en el siglo XVIII lo imitan La Fontaine en Francia y en
España Samaniego e Iriarte.
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