miércoles, 12 de febrero de 2014

5. LA SÁTIRA, EL EPIGRAMA Y LA FÁBULA: JUVENAL , MARCIAL Y FEDRO.

 5. LA SÁTIRA, EL EPIGRAMA Y LA FÁBULA: JUVENAL , MARCIAL Y FEDRO.


SÁTIRA

ORÍGENES       

         La palabra sátira, designaba una especie de composiciones dramáticas que combinaban el canto, la música, la danza mímica y que tuvo cierto desarrollo en la comedia latina. Se considera a Lucilio creador de la sátira. Lucilio fue un  aristócrata romano que perteneció al círculo literario-filosófico de los Escipiones. Adoptó como única estructura métrica el hexámetro dactílico. De toda su obra, unos 30 libros, sólo se conservan fragmentos. En su poesía Lucilio combatía todo tipo defectos humanos, políticos y sociales del momento. Su tono es tremendamente estoico y no escapan a sus ataques todos los órdenes sociales.

        Ya en época clásica Horacio escribió dos libros de sátiras que se conservan completos. La influencia de Lucilio se deja sentir en Horacio. Horacio se concentra en sus aspectos autobiográficos y en custions de crítica literaria y moral. Ante la crítica no es despiadado,su mirada es burlona pero desprovista de cólera y desprecio. La doctrina epicúrea aparece en sus obras.
         Persio vivió bajo el imperio de Nerón y compuso solamente seis sátiras en las que presenta reflexiones de carácter moral de una forma familiar. El pensamiento estoico está presente en sus obras. Estilo brillante, pero difícil.

Juvenal


         Decimo Iunio Juvenal (60-140 d. C.) pertenece a la etapa postclásica de la literatura latina y es uno de los mejores exponentes de la sátira. Nació en Aquino. Fue maestro de retórica y abogado, ocupó algunos cargos de modesta importancia y empezó a escribir sátiras ya en edad madura.
         Lo más destacado de su estilo es su poderoso realismo llevado hasta la crueldad. Sus primeras obras tienen como finalidad atacar los vicios de la época; están orientadas a la predicación moral. Reflejan un exaltado patriotismo que añora la Roma de antaño, virtuosa y fuerte.

         Es a partir de los cuarenta años cuando Juvenal se dedicó a componer sus sátiras, dieciséis en total, repartidas en cinco libros. Merecen destacarse la I  en la que critica la mediocridad de los literatos. En la II critica duramente diversos vicios y la práctica de la homosexualidad. En la III hace una pintoresca descripción de Roma como ciudad llena de ruidos. La VI, con claros tintes misóginos, pinta y arremete contra toda tipología de mujeres. La VII describe la triste situación económica de los hombre de letras. La VIII hace una dura crítica a la aristocracia. La IX se centra fundamentalmente en la homosexualidad, encarnada en un tal Névolo. La XI es una crítica del lujo y despilfarro. La XIV hace una dura crítica de los malos ejemplos que los padres dan a sus hijos y cómo después ellos los imitan. La XV es una ataque contra el fanatismo de los cultos orientales y contra la ferocidad humana capaz de practicas tales como el canibalismo.
         A pesar de la virulencia de algunas de sus sátiras, juvenal evita con astucia la posibilidad de ser acusado de difamación y confunde las pistas que permiten identificar a a sus personajes. Es un auténtico maestro en el arte de la alusión. Su talento reside en el arte e evocar mediante algunos versos lapidarios los multiples aspectos de la vida cotidiana romana.
         A Juvenal no le llegó el éxito prácticamente hasta el siglo IV dC que es cuando empieza a ser estudiado y leído con verdadero interés. A  partir de entonces comienza a ser estudiado con verdadero interés en las escuelas. En la Edad Media es muy estudiado, imitado y admirado, esto se debió al fervor moral de su censura. Los padres de la Iglesia lo tuvieron en gran estima.
Con el Renacimiento llega la comprensión de que la sátira no era sólo censura moral y los sátiros dejaron de ser meras fuentes de máximas y sentencias para pasar a convertirse en objeto de imitación poética. Juvenal se convierte a partir de este momento en objeto de imitación de los poetas satíricos europeos del siglo XVI.
En España hemos de citar a Quevedo, que toma pasajes de la obra de Juvenal como punto de partida para muchos de sus sonetos. Es evidente el conociento del satírico latino pues se hace eco de prácticamente todas sus sátiras. Lo cual no excluye que a veces tome los mismos temas que Juvenal pero con gran originalidad y al margen de toda imitación.

El epigrama

El epigrama tuvo su origen en Grecia, de donde pasó a Roma. Presenta tres etapas en su desarrollo:

a.        En sus comienzos fue una breve inscripción (epigrama=inscripción) que, grabada sobre la piedra del sepulcro, proclamaba las hazañas o el recuerdo de alguna persona.

b.        Luego, tanto en Grecia como en Roma, se usa el término epigrama para designar una composición poética corta, conceptuosa y de tema amoroso. Esta etapa está representada por Catulo.


c.        En una última etapa el epigrama sustituye su contenido amoroso por la crítica social, con lo que viene a converger con la sátira. El epigrama satírico, cuyo representante más excelso es Marcial.

 

Marcial


         Marco  Valerio Marcial (nacido entre los años 38 a 41 y muerto en el 103 d.C.) es otro de los ilustres hispanos que contribuyeron a la gloria de la literatura latina. Es el creador del epigrama tal y como lo concebimos en la actualidad. Nació en Bilbilis, en la Tarraconensis, pero terminó sus estudios es Roma. Fue amigo de Quintiliano y de Plinio el Joven. Vivió  treinta años en Roma, pero volvió para asentarse en una finca donada por una admiradora. Pero siempre añoró la vida de Roma.
Se le atribuyen unos 1500 epigramas, en quince libros. Desprecia la temática mitológica  y siente especial inclinación por describir el hombre y la mujer romanos con sus virtudes y defectos. Por esto su obra es una especie de retrato de las clases sociales, de las pasiones del pueblo, de los vicios y las costumbres de sus habitantes. El epigrama pasó con Marcial de ser poesía breve a convertirse en poesía audaz.
La primera publicación literaria de Marcial fue el Liber spectaculorum (Libro de los espectáculos) en el que se describe con gran realismo los espectáculos ofrecidos por emperador Tito con motivo de la inauguración del Anfiteatro Flavio o Coliseo en el año 80. Pero su obra inmortal son sus 14 libros de epigramas.


         En los epigramas de Marcial se contienen, minuciosamente captada, toda la vida de Roma del último cuarto de siglo: los espectáculos (gladiadores, actores, etc.), el abanico entero de las clases sociales y sus modos de vida, la topografía urbana (calles, plazas, foros, etc.), las costumbres de aquella sociedad .
Marcial gozó de un éxito inmediato y ejerció una gran influencia en los autores de epigramas posteriores a él en la literatura antigua.
Durante la Edad Media no sólo sirvió como fuente de sentencias para ilustrar una tesis moralizante sino que se aprecia la forma de su poesía. Sabemos que en la escuela no se leía su obra completa sino una selección que excluía los epigramas eróticos u obscenos.
Fue en el Renacimiento cuando su lectura se impuso de forma contundente gozando de gran popularidad. Destaca la influencia en nuestra literatura española. En el siglo XVI Garcilaso de la Vega, en el siglo XVII Quevedo, Góngora y Gracián.
En el siglo XIX Martínez de la Rosa y en el XX en el nicaragüense Ernesto Cardenal y el panameño Gil Blas Teijeira.


LA FÁBULA.

FEDRO

1. EL GÉNERO LITERARIO DE LA FÁBULA.

La fábula suele definirse como una composición literaria, generalmente en verso, en la que por medio de una ficción alegórica y de personificaciones de seres irracionales, inanimados o abstractos, se da una enseñanza útil o moral. Su origen remoto es probablemente oriental. La paternidad de la fábula como género literario se atribuye a Esopo, griego del siglo VI a. de C., personaje semimítico cuya vida está llena de leyendas de dudosa autenticidad: por él, la fábula de animales se denomina «fábula esópica».
En Roma, el término fábula tiene, por un lado un sentido amplio, designando cualquier relato con peripecias variadas; por otro lado, se usa con el sentido restringido con las características que antes hemos citado.



2. FEDRO.

Nació hacia el año 15 a. de C. en Macedonia. Llegó a Roma como esclavo de Augusto, que después le concedió la libertad. Murió hacia el año 50 d. de C.
Escribió cinco libros de Fábulas. Como el propio Fedro nos dice en los prólogos y epílogos a sus libros, sus temas están tomados de Esopo, aunque también compone fábulas originales, inspiradas en la vida y en las costumbres de su época. Se fijó en aspectos sociales y políticos como el mal gobierno de Tiberio, el desmesurado poder del senado, la opresión sufrida por determinados estamentos sociales… Las dos características esenciales de la fábula de Fedro son la diversión y la enseñanza moral. Las fábulas de Fedro encierran una dura sátira contra los poderosos que abusan de su poder, contra los soberbios, los mentirosos, los malvados.
Una fábula consta de dos partes esenciales: el ejemplo (donde se desarrolla el tema) y la moraleja (enseñanza que se desprende). Algunas fábulas de Fedro se han hecho famosas y han sido traducidas y adaptadas en toda la literatura europea: el lobo y el cordero, la zorra y las uvas, la rana pidiendo rey…
El verso de las fábulas de Fedro es el senario yámbico, verso popular y humilde. Su lenguaje es claro y sencillo, pero elegante. Sus metáforas son simples, pero pintorescas y sugestivas.

Fedro fue totalmente ignorado por los escritores del siglo I d C. En la Edad Media sirvió de base para una especie de antología de fábulas llamada Aesopus Latinus. Tras el descubrimiento de los manuscritos de su obra gozó de gran popularidad en la Edad Moderna. Así, en el siglo XVIII lo imitan La Fontaine en Francia y en España Samaniego e Iriarte. 

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