lunes, 24 de febrero de 2014

Ética romana.

En sentido general y no estrictamente retórico, un tópos podría definirse como un conglomerado de diversos motivos convergentes que forman una estructura significativa más o menos estable . Para que un tópico se configure como tal será preciso, además, que dicha estructura significativa sea asumida por una sociedad como representación de los valores incontrovertibles -y por ello idiosincráticos- que la caracterizan como civilización . Esta definición no es contradictoria con el concepto aristotélico del tópico como línea de argumentación y recipiente donde se aglutina el caudal epistemológico que luego usarán los oradores , cual hilo de Ariadna, en los variados ámbitos de la materia tratada en sus discursos . Muy al contrario, será partiendo de la acepción aristotélica y a medida que la retórica se fue transformando en ciencia literaria, como los tópicos devinieron lo que Curtius denomina un almacén de provisiones en el que un autor podía encontrar las ideas más generales  pertinentes a cualquier tipo de discurso o escrito. Desde ambos sentidos -el aristotélico y el más general- el tópico es una manera de desvelar o descubrir o lo que es lo mismo, un corpus ideológico que permite trabar la coherencia de un determinado discurso . Los tópicos serán las sedes -lugares- de las opiniones aceptadas por una cultura, de ahí la doble función que juegan: de receptáculo de materiales, en la perspectiva de la creación, y de cifra hermenéutica, en la de la comprensión e interpretación .
No obstante, el tópico no es sólo un utensilio lógico o retórico, ni siquiera artístico-literario, sino que, en su vertiente de código de arquetipos -o fórmula, por usar un término con tradición- de una cultura y organizador discursivo y comunicativo , es sustento del universo ideológico de una sociedad, permitiendo explicar su visión de la realidad y desentrañar su conjunto de valores. Hará posible también que los individuos se sientan integrados culturalmente en la medida en que compartan esas experiencias definidoras de su civilización. El tópico, en definitiva, esquematiza el sistema de coordenadas ideológicas de una sociedad y decanta las opiniones individuales universalizándolas y creando el referente conceptual que amalgama una comunidad cultural. El tópico así visto es el patrón sobre el que se elabora el entramado de contenidos discursivos que sostiene no sólo la idiosincrasia de una cultura sino la propia cotidianeidad. El tópico facilita la validez comunicativa del conjunto de afirmaciones no probadas, de opiniones que no requieren justificación o de conjeturas no regidas por la lógica que pueblan la vida diaria .
Parece, pues, lícito interpretar la constelación de ideas comúnmente aceptadas por los romanos para contraponer la riqueza y la pobreza desde la perspectiva del tópico, es decir, como conjunto de líneas de argumentación transparentes en su significado y en su uso para todo hablante . Todo romano parecía conocer sus ambivalentes significados culturales de ahí que, rastreando las trazas de estos significados sostenidos por el tópico, que les da cohesión y coherencia, se puedan descifrar algunos de los entresurcos ideológicos -entre ellos los éticos- más característicos de la sociedad romana.

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