4. LA POESÍA LÍRICA: CATULO, HORACIO Y OVIDIO
Es en la época clásica cuando mayor
esplendor alcanzó este género literario.
El nombre deriva de la palabra griega lyros, que era un instrumento musical de
cuerda con el que se acompañaban los poetas. Se agrupaban en este género todas
las composiciones poéticas que expresan emociones y sentimientos. De hecho, el
género surgió al amparo de las danzas y de melodías y, a medida que fue
desprendiéndose de éstas, se volvió más complejo e intenso. Así el vacío
musical se compensaba con la perfección en el uso de las palabras.
Caracteriza a la poesía lírica la
polimetría, la musicalidad y la expresión de sentimientos personales muy variados,
desde el más dulce amor hasta el odio más enconado. Se diferencia de la moderna
sobre todo en los contenidos, formas y modos de comunicación: era
fundamentalmente pragmática y estaba íntimamente vinculada a la realidad social
y política, a la acción concreta del individuo dentro de la sociedad. Por otra
parte su contenido constante era el mito, que constituía el punto de referencia
ejemplar, el alma y la vida de la poesía lírica (aunque a veces no pasase de
constituir un tópico aparato literario), la cual no estaba destinada a ser
leída, sino a ser recitada ante un público por un individuo aislado o un coro
con el acompañamiento de algún instrumento musical. Y de ahí, fundamentalmente,
que en el ámbito cultural griego, el vocablo "lírica" designase a la
poesía cantada al son de la lira (o cualquier otro instrumento de cuerda
similar). Se caracterizaba asimismo no sólo por la variedad de contenidos, sino
también por la variedad en estructuras y formas métricas, siempre en
composiciones breves.
La lírica latina comienza en Roma mucho
más tarde que la épica o el teatro, concretamente a finales del siglo II a.C.,
en plena influencia helenística y cuando las circunstancias políticas y
sociales habían abocado los ánimos de los ciudadanos cada vez más hacia la
intimidad y la vida privada. Las convulsiones sociales que propiciaron la falta
de ideales comunes que justificasen una épica nacional, hacen brotar una serie
de composiciones breves y delicadas en las que se renuncia a todo lo que sea
grandeza, volcándose en la intimidad de las pequeñas cosas. Las características
de esta nueva poesía siguen siendo semejantes a las de la lírica griega
(mitología, polimetría, etc.), pero la diferencia es que los romanos
escribieron poca poesía lírica propiamente dicha y además fue un producto
completamente literario no arraigado en la costumbre social, pensado para ser
leído y no cantado. En este marco afloró en primer lugar el círculo de Lutacio
Cátulo y sus célebres epigramas eróticos, a quien podemos considerar como precedente
de los neotéricos, verdaderos artífices y abanderados de toda una renovación
literaria y estética.
Los Neotéricos Son llamados así un grupo de poetas
(no una escuela), considerados como los renovadores cultistas de la poesía
latina del momento. Propugnaban el abandono de la épica en aras de unas
pequeñas composiciones en las que predominaban la pureza estética, la propiedad
en el lenguaje, la selección del vocabulario y la polimetría, buscando siempre
la perfección métrica. Básicamente insisten en un nuevo tratamiento poético que
gira en torno al culto a la forma perfecta y a la introducción de una nueva
temática.
Los
principales representantes, entre otros, de este género son Catulo, Horacio y
Ovidio.
Catulo
Cayo Valerio
Catulo (87-54 a. C.) fue contemporáneo y amigo de Cicerón. Natural de Verona,
en la Galia Cisalpina, de familia
distinguida. Vivió en Roma, participando activamente en la vida literaria y
cultural de la ciudad y llevaba además una agitada vida amorosa. Murió joven,
hacia el año 50 a. C.
Su obra
lírica, tal como nos ha llegado a nosotros, consta de 116 poemas, ordenados en
tres secciones, no cronológicamente, sino desde el punto de vista métrico y de
contenido general.
El lenguaje de
Catulo varía según los asuntos que trata: en los poemas cortos de
circunstancias utiliza un lenguaje familiar, con diminutivos, localismos y
algunas expresiones vulgares; en los grandes recurre a un lenguaje muy cuidado,
de influencia helénica.
Las secciones
en las que se agrupa su producción poética de 116 poemas son las siguientes:
a. 1-60: Son los que el propio poeta llama
Nugae (bagatelas), pero impropiamente
ya que hay poemas de profundo sentimiento y elevada inspiración. Están
compuestos en metros variados y tratan de temas diversos de la vida cotidiana.
b. 61-68: Son los poemas doctos o eruditos de los que algunos estudiosos piensan que
pertenecen a la juventud del poeta, cuando más influido estaba por los poetas
alejandrinos. Abunda en ellos el tema mitológico y son los más largos de su
producción.
c. 69-116: Los últimos 48 poemas son epigramas en dísticos elegíacos; su
contenido es el mismo del primer bloque: temas de la vida diaria.
A parte de la división desde el punto
formal entre los bloques primero y tercero se destaca el numeroso grupo de los
poemas amorosos, los más inspirados de su colección. Destacan los poemas
dedicados a Clodia, una dama romana de vida poco ejemplar y a la que cantó con
el nombre de Clodia y los dedicados al joven Juvencio.
Catulo identifica poesía y experiencia
vital en todos sus poemas. Se admite el “amor, la pasión, el deseo y la
satisfacción como elementos capaces de crear lazos
morales, derechos y deberes entre dos personas” (Grimal),
frente a la tradición romana que admitía la piedad filial y paterna, los deberes
de los esposos y el respeto mutuo, pero ocultaba el inconfesable amor carnal.
La lengua de
Catulo es una mezcla de elementos cultos y populares, con abundancia de
diminutivos y una constante búsqueda de la perfección, lo que no priva de
espontaneidad a sus efusiones personales. Catulo pone el alma y la vida en cada
verso. Introduce además en la lírica latina nuevos ritmos, tomados de la lírica
griega y que luego perfeccionará Horacio. Su aportación al género literario de
la Lírica romana es decisiva.
Horacio
Quinto Horacio
Flaco (65-8 a. C.) junto con Virgilio y Horacio completa el triángulo de los
más grandes poetas romanos de la época de Augusto. Nació en una Roma agotada y
cansada de guerras que buscaba la paz y la tranquilidad. Nació en el Sur de Italia
en una familia de libertos. Tuvo, sin embargo, una buena educación en Roma y
Atenas. Mecenas lo protegió y pudo vivir entonces dedicándose por entero a la
poesía.
Su estilo
destaca por la perfección y precisión: utiliza en todo momento la palabra o
construcción sintáctica exacta, evitando lo superfluo. También destaca en su
producción poética la variedad de metros y combinaciones estróficas.
En su obra
distinguimos:
a. Epodos: imita al poeta griego Arquíloco. Son
17 piezas de las cuales destacan el I en el que hace un canto de su amistad a
Mecenas, el II, el famoso Beatus ille,
imitado por Fray Luis de León, es un precioso elogio del campo, pero con la
sorpresa final de que está en boca de un usurero que no piensa dejar la ciudad
y la usura; el VIII y XII contra unas
viejas libidinosas; y el XIII que es una canción báquica.
b. Las Odas:
constituyen la obra cumbre de la lírica latina. Son cuatro libros con un total
de 104 odas. Destaca la oda 1ª dedicada a Mecenas en la Horacio reafirma su
vocación por la poesía y su deseo de que se le cuente entre los líricos
inspirados. En su conjunto imita a los líricos griegos, en concreto a Alceo,
Safo y Anacreonte. Horacio tiene conciencia de que sus odas son lo mejor de su
obra y que serán más duraderas que el bronce.
Los temas de sus Odas son muy variados,
desde la efusión del sentimiento personal hasta las escenas de la vida diaria y
sus manifestaciones de patriotismo. Las mejores odas de Horacio son las de tema
filosófico, en las que desarrolla las ideas estoicas y epicúreas. Destaca el
tema de la aurea mediocritas: lo
mejor es conformarse con lo suficiente y pasar sin congojas ni ansiedades la
vida.
c. Carmen
Saeculare:
compuesto por encargo de Augusto para los “Juegos Seculares” del año 17 a. C. y
que fue cantado por un coro de 27 muchachos y 27 muchachas. Un himno en honor
de los dioses, especialmente en honor de Apolo y Diana, pidiendo la protección
sobre Roma en el presente y en el futuro.
El mismo Horacio
manifiesta sus gustos literarios en la Epistula ad Pisones, verdadero tratado
de preceptiva literaria, denominado también Ars Poética. Pueden resumirse en
las siguientes características:
·
Plasticidad:
consiste esta cualidad en dar forma, relieve y límites a lo que se está
escribiendo. Horacio es insuperable en la descripción tanto de motivos de la
naturaleza, como de sus ideas y sentimientos, personificándolos si es necesario
por medio de divinidades alegóricas: intenta llegar al entendimiento a través
de los sentidos.
·
Sentido
del equilibrio: intenta llevar a la literatura la idea epicúrea de la
moderación que cultivó durante toda su vida. Insiste en la importancia del
orden y combinación de las palabras como principio fundamental del lenguaje
poético. La "callida iunctura", como definición del estilo de
Horacio, se ha convertido en frase proverbial: la acertada e inteligente
combinación del acervo lingüístico cotidiano para lograr un efecto nuevo.
·
Sentido
de la perfección: es la cualidad más acusada y característica, aunque pueda
hacerle perder a veces sentimiento y espontaneidad. Horacio utiliza en todo
momento la palabra o construcción exacta, trabaja una y otra vez los versos
hasta dejarlos perfectos; la estructura de sus composiciones es armónica y
rigurosa, todo en consonancia con la alta misión social que el poeta se
atribuye, de ser educador e intérprete de los sentimientos de la sociedad.
Para terminar podemos decir que los
temas y formas usados por Horacio no constituyen una innovación en sí dentro de
la lírica romana, pues ya se tenía el precedente de Catulo. Pero lo que sí
supone una aportación original es su estilo dialéctico en que la tradición
romana arcaica se sintetiza con las nuevas tendencias alejandrinas de su época,
apoyándose en los líricos griegos antiguos y recreándolos, frente a los
"Poetae Novi" que siguieron los modelos helenísticos. Horacio supera
todo lo anterior partiendo de unos elementos conocidos.
Tuvo un grupo de sucesores que imitaron
sus formas líricas, aunque luego en la Edad Media sus Odas no fueron leídas. En
el Renacimiento cobraron de nuevo una gran aceptación, así como en el siglo
XVIII, cuando la filosofía de moderación preconizada por Horacio asumió un
papel preponderante.
Ovidio
Publio Ovidio
Nasón (43 a. C.-18 d. C.), poeta de la época clásica, nació en Samnio Sulmona. Se inició en el
derecho y la política, pero pronto acabó dedicándose por entero a su verdadera
vocación: la literatura. La publicación de sus primeras obras le permitió
entrar en el círculo literario de Mecenas, junto con Virgilio, Horacio, Propercio
y Tibulo. El año 9 d. C. fue desterrado por Augusto a orillas del Mar Negro
(Ponto Euxino). Parece que el motivo fue algún secreto de palacio relacionado
con la mujer o la hija del emperador. Allí pasó el resto de su vida, implorando
a Augusto su retorno, que le fue siempre denegado. La mayor parte de la obra de
Ovidio es lírica. No obstante, es difícil encuadrar su producción dentro de un
género literario determinado.
De su obra
destaca:
-
Amores: tres libros de elegías escritas en su
juventud, que giran en torno a una figura femenina llamada Corina. Se
estructuran como una novela en la que aparecen todos los tópicos amorosos al
uso.
-
Heroidas: está constituida por 21 cartas en
verso elegíaco, que simulan haber sido escritas por heroínas míticas a sus
maridos o amantes.
-
Ars amandi: 2400 versos en tres libros que
explican el arte de seducir. Los dos primeros se dedican a los hombres y el
último se dirige a las mujeres.
-
Remedia amoris: Es un conjunto de consejos en verso
para librarse de las penas de amor.
-
Fasti: relata en verso las fiestas romanas y
los hechos históricos que conmemoran. No la terminó a causa de su destierro.
-
Tristes: son unas canciones tristes escritas en
el destierro.
-
Ponticae: elegías escritas en forma de cartas a
su mujer y a sus amigos para que le consigan el perdón del emperador.
-
Metamorfosis: obra de madurez que en quince libros
recoge las mitologías griega y romana. Es un poema escrito en hexámetros y en
él abundan y se mezclan elementos
épicos, líricos, dramáticos y satíricos.
Las Metamorfosis
son un poema puramente mitológico, no aparece ningún tipo de exaltación
histórica. Supo poner en él una fina ironía y numerosas parodias. Así el mito,
desprovisto de su carácter religioso, se acerca al lector moderno como una
historia divertida que conserva, no obstante, parte de su contenido filosófico.
La creación y el diluvio universal, los
dioses, los hechos sobre diosas y heroínas, y los relatos del ciclo troyano son
los temas que trata Ovidio en esta obra. Todas estas historias se unen unas a
otras de manera que en ocasiones puede perderse el hilo de la narración. Sin
embargo, la presencia continua del narrador durante el relato le da coherencia.
El interés de los temas y la elegancia con que lo trata han convertido esta obra
en uno de los clásicos de la literatura universal.
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